En esta tarde de mucho frío extrañamos a dos ausentes: ¡los maníes con chocolate y el conito de pochoclo! (y también a algunos de nuestros amigos que no se animaron a salir de casa).
Reconocimos a Max y a todos (o casi todos) los monstruos de Sendak.
Pero este libro transformado en película – como ocurre con muchos libros llevados al cine - se convierten en otras historias, nuevas historias, distintas a las originales.
¿Mejores o peores?
Ustedes dirán.